El coronel de Estados unidos que trabajó con tecnología extraterrestre

El coronel de Estados unidos que trabajó con tecnología extraterrestre

Hoy hablaremos de un hombre que durante años mantuvo un secreto que podría haber cambiado por completo nuestra comprensión de la tecnología moderna y la ciencia tal y como la conocemos. Se trata del coronel Philip Corso, un militar estadounidense de alto rango en la década de los 60s. Y su nombre podría sonar desconocido para muchos, pero lo que este militar estadounidense descubrió podría cambiar para siempre nuestra comprensión de la vida en el universo. Philip Corso, afirma haber sido testigo de lo que muchos creen que es uno de los mayores secretos guardados por los gobiernos del mundo: la existencia de tecnología extraterrestre.

 

Durante décadas, el gobierno de Estados Unidos ha sido objeto de una creciente especulación sobre la posible existencia de vida extraterrestre y si ha estado ocultando información al respecto. Si bien muchos han teorizado sobre la posibilidad de que haya seres vivos en otros planetas, ninguna de estas teorías ha sido completamente verificada.

A lo largo de la historia, la humanidad siempre ha tenido una fascinación por lo desconocido y por lo que puede haber más allá de nuestra pequeña galaxia. Es natural que la idea de que exista vida en otros planetas sea una fuente de gran curiosidad y entusiasmo para muchos.

El gobierno de Estados Unidos, a través de la NASA, ha estado explorando el espacio durante décadas, descubriendo nuevas galaxias, estrellas y planetas. Muchos también han especulado que la NASA ha estado ocultando información sobre la posible existencia de vida extraterrestre, pero la agencia ha negado rotundamente estas afirmaciones.

Pero ahora, esta historia intrigante que ha surgido podría cambiar todo lo que sabemos sobre la vida extraterrestre y la conspiración para mantenerla en secreto. Este suceso gira en torno a un hombre llamado Philip Corso, un oficial del ejército estadounidense que sirvió durante más de 20 años y que afirmó haber tenido acceso a información altamente clasificada sobre el incidente de Roswell.

Para aquellos que no están familiarizados con el incidente de Roswell, fue un hecho ocurrido en 1947 en Nuevo México, cuando un objeto no identificado cayó del cielo y se estrelló en un rancho cerca de la ciudad de Roswell. Aunque se afirmó inicialmente que se trataba de un globo meteorológico, las teorías conspirativas comenzaron a circular rápidamente, sugiriendo que el objeto era en realidad una nave extraterrestre que había sido recuperada por el gobierno de los Estados Unidos.

El coronel Corso, que trabajaba para el ejército en ese momento, afirmó haber sido testigo directo de los restos del objeto y del cuerpo de un extraterrestre que se encontró en la escena del accidente. Según él, la nave que se estrelló no era de origen humano y los restos no eran los de un globo meteorológico, sino de una nave espacial alienígena.

Además, también afirmó haber visto documentos altamente clasificados del Pentágono que confirmaban la existencia de estos seres y el encubrimiento gubernamental sobre el tema. De hecho, según sus declaraciones, los cuerpos de los extraterrestres recuperados en el incidente de Roswell fueron llevados al Hospital Walter Reed en Washington D.C. para su autopsia.

Pero, ¿Por qué deberíamos confiar en su testimonio? 

Aunque las afirmaciones de Corso pueden parecer sacadas de una película de ciencia ficción, no se puede negar que sus credenciales son impresionantes. Sirvió en el ejército estadounidense como teniente coronel desde 1942 hasta 1963 y estuvo involucrado en misiones de inteligencia en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la Guerra de Corea, continuó con sus deberes de inteligencia bajo el mando del general Douglas MacArthur.

Además, Corso completó un currículum impresionante, que incluye cuatro años en el personal de seguridad nacional del presidente Dwight Eisenhower. Con este historial, no es sorprendente que haya afirmado haber tenido acceso a información altamente clasificada sobre el incidente de Roswell, incluyendo la visualización de los supuestos restos del objeto y del cuerpo de un extraterrestre que se encontró en la escena del accidente.

Aunque la veracidad de las afirmaciones de Corso sigue siendo objeto de controversia, es innegable que su carrera en el ejército estadounidense y su trabajo posterior en la seguridad nacional lo convierten en un testigo altamente crucial.

 

Corso aseguraba que la tecnología alienígena recuperada no sólo era avanzada, sino que también era increíblemente útil para el desarrollo militar. El ejército de los Estados Unidos había estado buscando formas de mejorar sus capacidades, especialmente en comparación con la Unión Soviética, y el descubrimiento de la tecnología alienígena parecía ser la respuesta. Sin embargo, Corso también afirmaba que el gobierno mantuvo en secreto la verdad sobre Roswell, por temor a causar un pánico masivo entre el público.

Según algunas teorías conspirativas, los mejores científicos estadounidenses habrían estado trabajando incansablemente para analizar y desentrañar los secretos de la tecnología extraterrestre recuperada en el sitio del incidente. Se dice que varias partes de la nave de Roswell habrían sido enviadas a diferentes compañías de defensa, que trabajaron para realizar ingeniería inversa de sus propiedades.

Los resultados habrían sido sorprendentes. Gracias a la tecnología recuperada, los científicos habrían logrado desarrollar algunas de las tecnologías más importantes de nuestro tiempo, como los circuitos integrados, el equipo de visión nocturna, el láser, los rayos de partículas y la fibra óptica.

Pero lo más sorprendente de todo es que, según algunas teorías, el gobierno habría encubierto todo esto informando a los contratistas que las piezas habían sido robadas de Rusia. De esta forma, se habría evitado que otros países descubrieran el verdadero origen de la tecnología, protegiendo así su avance y desarrollo exclusivo.

Algunos teóricos de la conspiración sugieren que este encubrimiento no fue solo para ocultar la verdad de la inteligencia extraterrestre al público, sino también para permitir el tiempo necesario para que el proceso de ingeniería inversa esté protegido de los países extranjeros, especialmente los rusos.

 

En su libro, The day after Roswell, Philip J. Corso revela algunas de las experiencias más sorprendentes que tuvo mientras trabajaba para el Pentágono en el desarrollo de tecnología alienígena. Según Corso, la carrera por desarrollar esta tecnología era una competición feroz y silenciosa entre los distintos servicios militares, cada uno persiguiendo su propia versión de un arma secreta de Roswell.

 

 

 

Pero fue durante su asignación en Fort Riley, Kansas, en julio de 1947, cuando hizo su primera revelación TOP SECRET. Corso descubrió un alijo de cajas selladas almacenadas en un área de alta seguridad en la base y, sin poder contener su curiosidad, abrió una de ellas. Lo que encontró dentro lo dejó perplejo.

 

Lo que vio fue una figura humanoide de cuatro pies de alto, con brazos y manos de aspecto extraño, piernas y pies delgados, y una cabeza grande en forma de bombilla. La figura estaba sumergida en un líquido azul claro y parecía estar cubierta por una tela muy delgada de una sola pieza. Corso no pudo resistir la tentación de tocar la piel gris pálida de la figura, pero no pudo determinar si era piel o algún otro material extraño.

 

La descripción que hace el coronel del cuerpo es sorprendentemente similar a la que otros testigos de Roswell han descrito sobre los tripulantes de la nave estrellada. Y si bien algunos investigadores rechazan las afirmaciones de Corso, los antecedentes de este coronel son incuestionables.

 

Desde su publicación en 1997, el libro del coronel Philip J. Corso ha sido objeto de controversia. A pesar de que ha sido criticado por la falta de referencias documentales, esto no necesariamente implica que sus afirmaciones sean falsas. Como se ha mencionado anteriormente, Corso tenía una reputación impecable y acceso a información altamente confidencial, lo que lo coloca en una posición privilegiada para haber presenciado y sabido cosas que el resto del mundo desconoce.

 

Es importante tener en cuenta que Corso no es el único que ha afirmado haber tenido contacto con seres extraterrestres. Desde hace décadas, hay personas que aseguran haber sido abducidas o haber visto objetos voladores no identificados en el cielo. Incluso hay documentos gubernamentales que demuestran que el gobierno de los Estados Unidos ha estado investigando el fenómeno ovni durante décadas.

En resumen, aunque algunos cuestionan la falta de referencias documentales en el libro de Corso, su trayectoria y acceso a información altamente confidencial le otorgan credibilidad a sus afirmaciones. El hecho de que haya otros testimonios y evidencia de la existencia de vida extraterrestre, sugiere que hay mucho más por descubrir en el universo y que es posible que algunas de estas teorías sean más ciertas de lo que se piensa.

 

En su búsqueda por obtener más información sobre la tecnología alienígena, el coronel se encontró con una sorprendente respuesta en 1998. La ONG Citizens Against UFO Secrecy (CAUS) lo contactó para obtener una declaración jurada sobre las afirmaciones que hizo en su libro. Esta declaración fue utilizada en una demanda judicial presentada ante el Tribunal de Distrito de los EE. UU. en Phoenix, donde se solicitó al Ejército que facilitara todos los documentos pertinentes a lo que el coronel afirmó haber visto y leído.

A pesar de que la demanda fue desestimada, la declaración jurada de Corso seguía siendo una pieza valiosa de evidencia para aquellos que buscan la verdad detrás de los eventos de Roswell y la tecnología alienígena. En su declaración, Corso describió detalladamente lo que había visto y tocado en una de las cajas selladas en Fort Riley, Kansas.

Este coronel también expresó sus dudas sobre la verdadera naturaleza de estos seres alienígenas, creyendo que los «grises» son en realidad creados o cultivados para realizar tareas específicas por los verdaderos alienígenas. Según Corso, nadie ha visto nunca a los verdaderos alienígenas, sólo a sus siervos trabajadores de ojos negros y cabezas grandes que son bien conocidos en el campo de la ufología.

Aunque la demanda no logró obtener todos los documentos relevantes y se desestimó, la declaración jurada de Corso es un testimonio convincente de lo que pudo haber ocurrido en Fort Riley y en el lugar del accidente de Roswell. El legado de Corso sigue siendo objeto de debate, pero sus afirmaciones han capturado la imaginación de muchos que buscan respuestas sobre la vida extraterrestre y la tecnología avanzada.

 

En una entrevista realizada años antes de su fallecimiento, Corso hizo una afirmación: «No hay duda de que la tecnología extraterrestre encontrada en Roswell condujo directamente al desarrollo de tecnología láser, fibra óptica, sistemas de propulsión electromagnética y mucho más». Cuando su entrevistador le preguntó cómo podía estar seguro de esto, Corso respondió con firmeza: «¿Cómo lo sé? ¡Porque yo estaba a cargo de todo!».

 

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